Neoliberalismo y globalización económica
Para los pensadores clásicos del liberalismo económico la idea del bien común era el sustento sobre el que se fincaban sus principios que, pese a todas las críticas que se les puedan hacer, justificaban su orden económico hacia un fin enclavado en la comunidad. Para los neoliberales el carácter de sus principios no está soportado en el mejor orden posible dentro de la sociedad, sino que proyecta una idea de dominio y poder al margen del significado del hombre y sus auténticas aspiraciones de bien común o bien individual, entendido como la idea de felicidad en Aristóteles. Desde esta perspectiva, el neoliberalismo es el testimonio de una serie de premisas económicas de índole global. Es la imagen de un orden global uniforme de acuerdo con una serie de fundamentos profundamente despersonalizados del bien común en las sociedades. En términos generales, las medidas mundializadas impuestas por el FMI y el BM obedecen a una serie de lineamientos consignados en el llamado Consenso de Washington, el cual lo podemos resumir, según la interpretación de Stephany Griffith Jones y Barbara Stallings, de la siguiente manera:
“1) La eliminación de abultados
déficits fiscales, especialmente a través de reducción del gasto público; 2) la
reorientación del gasto público [sobre todo en aquellos sectores más productivos];
3) el establecimiento de una amplia base tributaria con tasas moderadas; 4) la
determinación de las tasas de interés por mecanismos de mercado[...]; 5) el mantenimiento
de un tipo de cambio competitivo, que sea capaz de promover las exportaciones y
lograr balanzas financiables en cuenta corriente; 7) la promoción de inversión
extranjera directa (IED) que proporcione capital, capital laboral y tecnología;
8) la venta de empresas públicas, tanto para reducir la demanda de subsidios
como porque se cree que la propiedad privada es más eficiente; 9) la
desregulación para aumentar la competencia y facilitar la inversión del sector
privado en las actividades y facilitar la incursión del sector privado en las
actividades económicas; 10) garantizar los derechos de propiedad para así
estimular la inversión privada nacional y extranjera.
Los postulados que traza el
Consenso de Washington se refieren a la desregulación en materia financiera,
que provoca que los capitales especulativos tengan mayor libertad de
circulación por todo el mundo sin ninguna restricción; en el mismo sentido, la
desregulación de la inversión productiva significa eliminar los obstáculos
jurídicos que interfieran en la expansión de capitales; así, por ejemplo, se
propone, la flexibilización de las legislaciones laboral y ecológica por citar tan
sólo dos de las más importantes. Asimismo, la eliminación de subsidios a
programas sociales implica una política del Estado tendiente a asignar recursos
a aquellas actividades más rentables y productivas, sin atender los polos de
marginación y miseria.

En este sentido, el carácter global
del neoliberalismo se manifiesta mediante la mundialización de las políticas
económicas que salen de la esfera puramente estatal y se convierten en una
herramienta de control político, a través de consideraciones puramente técnicas
de aplicación económica. Estas connotaciones pragmáticas tienen una afectación en
los diversos ámbitos sociales, en los cuales parece dominar un pensamiento
único que les indica el rumbo de sus acciones como lo podemos observar en la
gráfica de la página siguiente: