Distintos enfoques sobre la globalización
La noción estándar de la globalización
El término globalización empezó a utilizarse de manera generalizada en la década de 1980, en los medios de comunicación, las universidades y los ámbitos empresarios, cuando las transacciones internacionales, comerciales y financieras, comenzaron a hacerse más rápidas y fáciles, merced a los avances tecnológicos. Por eso el término está asociado a un fuerte aumento de los intercambios internacionales y de la integración de las economías. En esta línea, el FMI da una definición de qué es globalización que goza de generalizada aceptación en los medios de comunicación y académicos. Sostiene que la globalización es un proceso histórico, resultado de la innovación humana y del progreso tecnológico, y se refiere a la creciente integración de las economías alrededor del mundo, particularmente a través del movimiento de bienes, servicios y capitales a través de las fronteras. El FMI agrega que el término a veces también se refiere al movimiento internacional de gente (trabajo) y conocimiento (tecnología). Y que existen dimensiones más amplias de la globalización, que comprenden lo cultural, lo político y lo ambiental (IMF 2008). Esta caracterización a su vez se vincula con una explicación de sus causas. Se sostiene que en la base del proceso están operando las mismas fuerzas que operaron durante siglos a todos los niveles de la actividad humano, impulsando a los seres humanos a viajar e intercambiar. Es la vieja idea de Adam Smith, de la “propensión (de la naturaleza humana) a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra”
Las críticas antiglobalistas de izquierda
y derecha
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Por otra parte, desde esta postura también se rechaza la idea de que la globalización habría sido beneficiosa para los pueblos. Se sostiene que en realidad está acentuando la explotación, barriendo con las conquistas históricas de las clases trabajadoras de los países adelantados, y que no existe la tan mentada integración de los pueblos. Como afirma Petras (2000), no tiene sentido hablar de la globalización como un proceso de comunicación e integración, ya que solo hay dinamismo en algunas clases y algunas regiones, en tanto que otras están perjudicadas. A lo que debería agregarse que 100 millones de negros e indígenas murieron en el proceso “no como efecto de una integración sino de desintegración”
Una visión alternativa

En definitiva, la idea que orienta este análisis es que cuando en la sociedad burguesa domina el capital, éste “debe constituir el punto de partida y el punto de llegada del análisis” (Marx, 1989, t.1, p. 421). Esto se aplica particularmente a la mundialización. Como también sostenía Marx, la tendencia a crear el mercado mundial “está dada directamente en la idea misma del capital” (ídem, p. 360). Es que el fin y la condición para la existencia del capital es la valorización del valor, y esto implica el impulso incesante a ampliar mercados, a subsumir bajo la relación del trabajo asalariado crecientes fuerzas humanas, y a absorber dentro de sí todo lo que le es exterior. La culminación de este proceso es la extensión a escala planetaria del modo de producción capitalista. Es por esta razón que el impulso a la mundialización está condicionado histórica y socialmente.
Así como el capitalismo es el modo de producción que impulsa de la manera más frenética el desarrollo de las fuerzas productivas, también es el que genera el mayor impulso a la expansión planetaria. Por esta razón también, es un error pensar que las razones de la globalización son políticas -ascenso de tal o cual fracción de las clases dominantes de los países centrales, adopción de tal o cual estrategia política, etc.- o coyunturales. Lo cual no significa que las instancias políticas no incidan en los ritmos y en las evoluciones concretas. Por caso, las contradicciones entre las potencias entre 1914 y 1945, y la emergencia de la amenaza del socialismo, explican la contracción del mercado mundial, en particular en la década de los 30. Pero en la medida en que subsiste la relación capitalista, el impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, y con él, a la expansión del mercado, termina por imponer sus derechos. Por este motivo, desde esta perspectiva, la crítica de la globalización es interna y consustancial a la crítica de la relación capitalista.